jueves, 14 de marzo de 2013

Se puede educar al público

Antes que nada, explicar el título de esta entrada. No, no estoy llamando maleducado a nadie. No, no tuve ayer una mala actuación y le estoy echando la culpa al público. Y no... No quiero comer la cabeza a la audiencia para decirles lo que tienen que hacer y con qué reirse. Mi intención con esta entrada es que, desde el punto de vista de un cómico, el público entienda que se puede aspirar a más en cuanto a estilo de humor.

Estoy más que acostumbrado a que cómicos brillantes y que arriesgan con su material se vean eclipsados por otros de chiste fácil y temas manidos. Lo sé, una función fundamental para un espectáculo de Stand Up es que haya risas, sí, pero a veces se menosprecia el trabajo por la efectividad. No hablo de risas gratuítas, sino de que sepáis qué se siente desde nuestro prisma.

Pongamos a DOS CÓMICOS como ejemplo.

Un cómico: Escribe sobre actualidad política, da la vuelta a un tema, escribe 3 o 4 gags de hacer pensar, se pone límites a sí mismo desechando lo que cree que ya se ha dicho 40 veces, sólo hace material suyo, se lo trabaja, lo vuelve a probar, perfila las líneas que menos han funcionado...

Otro cómico: Habla sobre diferencias entre hombres y mujeres, sobre cómo es mear en un servicio público con otro al lado, sobre su novia yendo de compras, sobre coger borracheras en una discoteca, sobre hacerse pajas, de vez en cuando mete el nombre de un famosete del corazón como Falete y alguna muletilla de internet... Y todo desde una perspectiva muy explotada.

¿Cuál será el cómico de la noche? EL SEGUNDO, sin duda. A no ser que el primer ser excepcionalmente bueno.

Sí, estoy de acuerdo, el público no debe reirse con el primero sólo porque sea más original, pero es que a veces se les menosprecia. No se valora que el trabajo que hay detrás de esa orginalidad es lo que diferencia a un cómico bueno de un cómico estándar, de alguien del montón.

No pido risas no merecidas. No quiero halagos por compasión. Sólo que el público se pare un poquito a pensar en lo que ha visto y reflexione: "sí, el segundo ha estado muy bien... Pero es que eso ya lo he escuchado muchas veces". Un chiste es un chiste, y siempre va a funcionar, porque la cultura popular se ha encargado de que sólo se recuerden los que hacen reir. Pero un monólogo debe salir del cómico, de su trabajo y de probar y probar y probar.

Y otra cosa MUY importante. Público... no dejéis que os tomen por idiotas. No lo soís, y sé que tenéis el criterio suficiente para saber cuándo os la están clavando y cuándo no.

La próxima vez que vayáis a ver monólogos poneos ese filtro, ya veréis como ni os cómicos buenos no son tan buenos ni los malos tan malos ;)

P.D. Hablo desde lo que pienso, no desde la sabiduría plena. Me queda muchísimo por aprender y mucha morralla por quitar, pero bueno, ¡¡opinar es gratis!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario